Los ojos desconcertados, las manos temblorosas y lágrimas que no paraban de brotar. Esas personas que expresaban su dolor y trataban de darse fuerzas mediante abrazos no eran ciudadanos comunes sino policías. Eran hombres grandes, vestidos de uniforme, con borcegos y armas. Eran los compañeros de un agente que acababa de recibir un balazo en la frente por intentar alcanzar a una banda de asaltantes.
Las camionetas de la Policía rodeaban la estación de servicios ubicada en la esquina de avenida América y calle San Martín. En medio de la playa, tirados en el piso, había cuatro delincuentes esposados. Pero la historia no había comenzado allí. Los protagonistas del trágico tiroteo ya habían abierto fuego varias cuadras antes, en la zona sur de la capital.
Dos llamados recibidos en el 911 alertaban sobre la actuación de estos asaltantes, ayer pasadas las 13. Primero se informó que cuatro delincuentes armados, que circulaban en un auto negro, habían asaltado una verdulería en la intersección de Magallanes y Coronel Zelaya. Inmediatamente después se describió de la misma manera a los autores del atraco que sufrió un repartidor de gaseosas en la esquina de Juan B. Terán y Florida.
“Se inicia la búsqueda de estos malvivientes con las características del vehículo. Los motoristas los observan en la huida, se imparte la alerta general e intervienen numerosos móviles del Sistema de Emergencias en una persecución que concluye acá, cuando intentan refugiarse en esta estación de servicios”, explicó el comisario Luis Bacas, jefe del 911.
Policías y delincuentes intercambiaron varios disparos en el trayecto. El único herido fue el agente Juan José Vides, quien conducía una de las camionetas de la fuerza. Según se pudo establecer, la bala lo alcanzó cuando circulaban por avenida Adolfo de la Vega y San Lorenzo. En ese momento, algunos policías se detuvieron a auxiliar al agente herido y otros avanzaron tras los ladrones.
El auto de los delincuentes, que era un Renault Clio negro, trepó a la playa de estacionamiento de la estación de servicios, sus cuatro ocupantes bajaron y se metieron al baño. “Veo un auto que entra a toda velocidad y la gente de adentro empieza a sacar armas. Primero me tiré al piso y me escondí detrás de un auto. Después corrí hasta el paredón que da a la calle San Martín”, contó una empleada de la estación de servicios, asustada.
Segundos después llegaron los patrulleros. “Cuando los policías llegan, (los delincuentes) ya estaban escondidos en el baño, tratando de despojarse de las armas”, relató el comisario Bacas. Tres de los ladrones fueron reducidos en ese lugar, mientras que el cuarto fue alcanzado a la vuelta, sobre calle Lizondo Borda. Había saltado una tapia y entrado al patio de una casa, donde dejó tirada un arma.
Los delincuentes habían escondido dinero, pistolas y revólveres en las mochilas de los inodoros. Además, en el baúl del auto se encontraron más billetes, que formarían parte de algún botín.
Reincidentes
Los policías cargaron a los detenidos en un móvil del Grupo CERO. Algunas autoridades de la fuerza confirmaron que uno de ellos había salido hace dos meses del penal de Villa Urquiza con permiso extramuros. Además, el gobernador Juan Manzur confirmó: “los cuatro tienen varias reincidencias por asalto con armas de fuego. Queremos que la Justicia les caiga con todo el peso de la ley”. El mandatario lo dijo durante la tarde, cuando se acercó al hospital Padilla para conocer el estado de salud del agente herido y ponerse a disposición de su familia. Lo mismo hizo después el ministro de Gobierno, Justicia y Seguridad Regino Amado.
Los pronósticos, sin embargo, no eran alentadores. Poco después del ingreso de Vides a la guardia, los médicos anunciaron que había sufrido muerte cerebral y que su estado era irreversible. La noticia aplastó a los policías, que se tomaban la cabeza con las manos, en una expresión de dolor incontenible.
La última en retirarse de la estación de servicios fue la fiscala de Instrucción de la III° Nominación María del Carmen Reuter, quien tendrá la tarea de identificar al autor del disparo que alcanzó a Vides y esclarecer el caso.
"Nos golpea, pero vamos a redoblar el esfuerzo"
La bala que impactó en la cabeza del agente Juan José Vides no sólo lo hirió a él sino a toda su familia. El joven policía, a quien le diagnosticaron muerte cerebral, tiene 35 años, una esposa embarazada y una hija de nueve años.
Vides lleva ocho años en la fuerza, según comentó el comisario Joaquín Girvau, jefe de Patrulleros del 911. “Sólo le pido a Dios que se salve, es un excelente empleado, excelente persona y excelente compañero, sumamente dedicado al trabajo. Esto es tristísimo para mí porque soy su jefe inmediato, tenemos contacto diario. No tengo palabras”, dijo Girvau, consternado.
De la misma manera se expresó el comisario Luis Bacas, jefe del 911, quien además advirtió: “este es un mensaje claro que queremos darle a la ciudadanía de que la Policía no va a cesar en el esfuerzo de brindarle la seguridad que se merece. Esto nos golpea y nos duele, pero nos desafía a redoblar el esfuerzo. Se va a esclarecer en su totalidad el hecho”.
Un discurso similar tuvo también el secretario de Seguridad Paul Hofer, respecto a la delincuencia. “La policía no les va a dar un centímetro a los delincuentes, vamos a actuar con la misma dureza con la que actúan ellos, pero siempre dentro de un marco de legalidad”, aseguró.
Después de supervisar el lugar de la detención de los asaltantes, en la estación de servicios de avenida América y San Martín, la cúpula policial se trasladó al hospital Padilla. Allí recibieron a los familiares del agente Vides que habían viajado desde la ciudad de Concepción, de donde es oriundo el policía.
El jefe de Policía, Dante Bustamente fue otra de las personas que no se movió en ningún momento del hospital, donde esperaban un nuevo parte médico del policía. Según dijeron algunas autoridades de la fuerza, Vides tenía dos orificios en la cabeza: uno en la frente y otro en la nuca. Lo que no se había determinado es si el proyectil había ingresado por adelante o por atrás. Sí estaba claro el gravísimo daño que le había ocasionado a nivel cerebral.